Euroecom

CUANDO LAS RRPP PIERDEN LA ELEGANCIA

El jueves pasado, por motivos de trabajo, me enviaron a Euroecom, unas jornadas que tratan sobre estrategias para internacionalizar el negocio a través de internet. Hubo momentos de todo: ponencias gratificantes, otras de somnolencia profunda, pude conocer gente interesante, me aburrí, me reí ... Pero lejos de querer valorar la calidad divulgativa del acto, me gustaría criticar un detalle que me hizo refexionar sobre las relaciones públicas (después de años de licenciatura ...).

La jornada estaba organizada por una asociación, dependiente de la Generalitat de Catalunya, que vende sus servicios de consultoría. Un acto totalmente gratuito, que sólo requería de inscripción previa.

Sólo entrar nos colmaron de regalos y pusieron a nuestra disposición una azafatas de buen ver que, no es mi caso, pero entiendo que a más de un cinquentón ayuden a la hora de tomar decisiones. Nos soltaron las primeras charlas y nos invitaron a desayunar. Hasta aquí no hay nada de diferente con tantos otros actos a los que he asistido. Pero fue el desayuno lo primero que me sorprendió ... y, bueno, tengo que decir que me puse las botas.

Continuamos con las charlas y nos sirvieron la comida, aun más impresionante. La audiencia (formada principalmente por ejecutas de marketing agresivos y diseñadores de lo más glamouroso) perdía las maneras cada vez que aparecía una nueva bandeja. Yo tampoco me quedé parada y menos después de que alguien que conocí me enseñara a esquivar al personal para alcanzar un canapé.

Pero hubo un detalle (después descubrí que no fui la única en fijarse) que me hizo reflexionar sobre la pomposidad desmesurada del acto: entre los asistentes había una mujer mayor que, como cualquiera de los otros que estábamos allí, se había inscrito, pero ella parecía estar más interesada en la comida que los demás. Una auténtica profesional de la supervivencia con preocupaciones más locales. Pero ¿quién se atrevería a acusarla de nada?!